Planes Nacionales contra la Pobreza


En el Programa de Acción de la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social de 1995 se insta a ejecutar “planes nacionales de erradicación de la pobreza”, para “abordar las causas estructurales de la pobreza”. Esos planes deben impulsar la adopción de medidas en los planos local, nacional e internacional para erradicar la pobreza extrema y reducir sustancialmente la pobreza general.

Esos planes, que se hallan en el centro de las medidas nacionales para erradicar la pobreza, ayudan a concentrar y coordinar las actividades y a acumular apoyo. Pero para abordar las causas estructurales de la pobreza han de ser amplios, mucho más que unos pocos proyectos “orientados” a los pobres.

Y para ser eficaces necesitan financiación suficiente y coordinación efectiva por un departamento o comité gubernamental con auténtica influencia. Lo que es más fundamental, deben ser apropiados y determinados nacionalmente, no impulsados por los donantes.

¿POR QUÉ UN PLAN?

Cabría preguntar por qué es necesario un plan. ¿No resulta anticuada la planificación en las economías impulsadas por el mercado? Es posible, pero los mercados no promueven la justicia social. Para lograrla, es preciso adoptar medidas públicas de manera organizada. Ello entraña la necesidad de elaborar un plan contra la pobreza como prueba del empeño nacional en erradicar la pobreza. El plan es un medio para crear un grupo de ciudadanos interesados en el cambio. También es una prueba de una asignación explícita de recursos a la tarea, y un medio para movilizar recursos externos adicionales.

Cabe preguntarse si no ha habido países que han registrado notables progresos sin haber contado jamás con un programa contra la pobreza. Pues sí, hay algunas excepciones. Tomemos el caso de China y los impresionantes progresos que registró a inicios del decenio de 1980 antes de formular un plan contra la pobreza. Tailandia hizo apreciables avances en la lucha contra la pobreza antes de sumergirse en la crisis financiera del decenio de 1990. Túnez también avanzó de manera sostenida durante tres decenios sin un plan nacional explícito.

No cabe duda de que el crecimiento sostenido ha sido un factor esencial. Pero si se hace un análisis más detallado se observa que el crecimiento ha tendido a favorecer a los pobres o que otros medios, como la política social, la creación de empleos o el desarrollo regional, han complementado la política económica que ha inducido el crecimiento.

El crecimiento de China a principios del decenio de 1980 estuvo impulsado por una economía rural en expansión. Túnez hizo importantes gastos en el desarrollo humano durante todo su período de crecimiento.

En la mayoría de los casos el éxito exige cierto nivel de estabilidad política, y las condiciones mínimas de paz y seguridad son a todas luces un requisito.

Uganda, aunque parece estar firmemente empeñada en reducir la pobreza, ha visto sus esfuerzos obstaculizados por la inestabilidad y los conflictos en algunas de sus regiones más pobres. En Mozambique los conflictos internos han frenado el desarrollo. Ahora que predomina la paz, se apresta para iniciar un nuevo plan para reducir la pobreza.

¿Por qué en la mayoría de los países la política económica se mantiene separada de los programas contra la pobreza? ¿Por qué la política de fomento de un crecimiento que tienda a favorecer a los pobres no pasa a formar parte de un plan nacional? ¿No es probable que en general la política fiscal, de gastos y de inversiones de los gobiernos también tenga un gran efecto en la pobreza? Por ejemplo, actualmente en China un sistema tributario más progresivo podría beneficiar a los pobres tanto como muchos de sus programas explícitos contra
la pobreza.

Fuente: United Nations Development Programme
http://www.undp.org/povertyreport/chapters/SPchap2.pdf